Para lograr que la totalidad de niños, niñas y adolescentes que ingresa al sistema educativo finalice su trayectoria escolar, es imprescindible que las comunidades educativas reflexionen en torno a lo que van a entender por “permanencia escolar”, y cómo esto se relaciona con su contexto y proyecto educativo institucional. Es fundamental, que los equipos docentes entiendan el abandono escolar desde una perspectiva compleja y sistémica del entramado educacional (Castro & Rivas, 2006), debido a que este fenómeno no responde a un hecho fortuito o casual, más bien, es el resultado de un camino con muchos eventos, donde intervienen diferentes actores del sistema y cuyos efectos negativos trascienden al estudiante mismo, ya que afecta también a la comunidad educativa, a la familia y a la sociedad en su conjunto.
Entenderemos por permanencia escolar:
“La capacidad que tiene el sistema educativo para lograr la permanencia de los estudiantes en las aulas garantizando la terminación de ciclos y niveles en los tiempos previstos y asegurando el dominio de las competencias y conocimientos correspondientes. La inclusión y permanencia de los adolescentes y jóvenes en la escuela es un reto de los sistemas educativos que conlleva altos grados de complejidad que exige instalar un fuerte debate acerca de las certezas e incertidumbres existentes al respecto” (OEA, 2003; p. 19).
Este enfoque se centra en que la permanencia escolar es un proceso que se instala en función de las capacidades de todo el sistema educativo, no solo de ciertos actores (OEA, 2005), y cuya operacionalización se sustenta en el desarrollo de estrategias pedagógicas que permitan asegurar el cumplimiento de las trayectorias educativas de todos los estudiantes.
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